El avance de la inteligencia artificial (IA) ha traído beneficios significativos, pero también plantea desafíos en términos de discriminación algorítmica. La reciente entrada en vigor del AI Act en agosto de 2024 busca garantizar un uso confiable y centrado en el ser humano de la IA, alineándose con los principios del Reglamento General de Protección de Datos (GDPR). Sin embargo, la relación entre ambas regulaciones genera incertidumbre legal.
Principales puntos de atención:
• Riesgos en IA: Algunos sistemas de IA pueden discriminar en áreas como contratación laboral, seguros, banca y visión artificial en vehículos autónomos.
• Procesamiento de datos sensibles: El AI Act permite tratar datos personales sensibles (como origen étnico o salud) cuando es estrictamente necesario para detectar y corregir sesgos en sistemas de alto riesgo, algo que el GDPR regula con mayor restricción.
• Retos legales: Existen diferencias en la forma en que el AI Act y el GDPR manejan el procesamiento de datos para combatir la discriminación, lo que podría requerir reformas legislativas o guías adicionales para armonizar su aplicación.
A medida que la IA se integra más en nuestra sociedad, es crucial equilibrar la innovación con la protección de derechos fundamentales. La colaboración entre reguladores y desarrolladores será clave para garantizar un uso ético de la inteligencia artificial.
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